EL NOVIO DE LA MUERTE

Por MIGUEL MAROTO (ORFEONISTA)

 

Cuando escuché por vez primera el Himno Legionario del Novio de la muerte, tan solemne, tan emotivo, me comprometí conocer su historia, más la memoria tantas veces olvidadiza, hizo que el tiempo pasara sin más. Ahora me dispongo a emprender este viaje, viaje al que estáis invitados todos vosotros, compañeros del Orfeón, amantes de la música.

Caminaremos libres de equipaje, sólo la voz de los acontecimientos serán  nuestro único guía en este relato, para unos, vestido de cierta leyenda, según otros una historia real.

Nuestro destino “El Novio de la Muerte”, Baltasar Queija de la Vega, uno de los ocho hijos de Baltasar y Teresa. Nació un 26 de marzo de 1900 en Minas de Riotinto (Huelva), cuando los gritos de dolor estaban vivos en el recuerdo y en el corazón, provocados por las medidas de prepotencia,  opresión y persecución que la compañía minera Británica “Hugh Matheson” había impuesto contra el movimiento obrero de Minas de Riotinto.

Nada se sabe de su niñez, pero si conocemos que, con 20 años, la necesidad de labrarse un futuro más esperanzador para compartirlo con su novia, o tal vez, el deseo de poder contemplar las estrellas en las noches serenas de luna llena y admirar bellos amaneceres, lejos de tantas emanaciones sulfurosas, como así denunciara en el año 1920 Concha Espina en su libro “El metal de los muertos” impulsaron a que Baltasar, emulando a Tartesos, Fenicios, Romanos, sus antepasados, decidiera partir rumbo a lo desconocido y emprender una nueva vida en la ciudad de la eterna primavera, Santa Cruz de Tenerife como camarero.               

La actitud hostil de la población rifeña ante la presencia española en Marruecos, fue siempre una constante, produciéndose violentos enfrentamientos. La sociedad española, conocedora de tal actitud, siempre censuró al gobierno, no sólo por su alto coste económico, sino también el embarque de tropas españolas a Marruecos.

Millán-Astray, comandante de infantería, curtido en antas batallas, a pesar de su juventud, venía observando con gran inquietud y preocupación el alto índice de bajas en los reclutas españoles destinados a Marruecos. Por tal motivo se dirigió a sus superiores, aconsejándoles de la necesidad e importancia de crear una unidad adiestrada, especial y sobre todo profesional, tomando como referencia, como modelo “La Legión Extranjera Francesa”.

Meses más tarde, mediante el Real Decreto de enero de 1920, se autorizó a Millán (con anterioridad, ya se habían tenido contactos con la Legión Francesa) la creación del “Tercio de Extranjeros”, que luego pasaría a llamarse “La Legión Española”. Siendo  el primer alistado español, el ceutí de 30 años Marcelo Villeval Gaitán. 

Los que sufren, los desgraciados, los perseguidos, todos, todos serán acogidos bajo el amparo de la bandera legionaria.

Baltasar, ya en Santa Cruz de Tenerife, paseaba acompañado con sus preocupaciones, sus sueños, sus añoranzas y quiso «¡la casualidad!”, o tal vez, las diosas “Moiras” Cloto, Láquesis, Átropos, que tejiendo los hilos del “destino”, hicieron que se topase con un pasquín de colores ocre, azul y negro, donde aparecía el perfil de un combatiente en cuyo rótulo se decía: “¡Alistaos en el tercio de extranjeros!. Comida sana y abundante, excelente vestuario”. Dos y más veces leyó el pasquín. Su imaginación voló lejos, muy lejos.  Pensativo, un tanto receloso, se preguntaba si esta llamada del cartel pudiera ser la respuesta a sus necesidades, a sus aspiraciones, no deseaba que su vida llegara a ser como una piedra en el camino, perdida, olvidada.

El 9 de octubre de 1920, firmó su compromiso con la legión por cinco años, siendo las primas de enganche los dos primeros años 4,50 pesetas diarias, tercero y cuarto año 5,25 pesetas y el quinto 5,85 pesetas, más 700 pesetas que se abonarían a lo largo de los cinco años. Un nuevo e incierto escenario se presentaba ante Baltasar.

Con su petate lleno de ilusiones, recibó el pasaporte y lista de embarque y como viático, previsión para comer 2,50 pts. diarias por plaza y día de viaje, hasta a Algeciras donde embarcaría rumbo hacia Ceuta, ingresando, junto con otros compañeros, en la Compañía de Deposito (provisional), que será su nueva casa. Fueron recibidos por el mismísimo Millán-Astray, recordándoles que tenían libertad para elegir quedarse o regresar de nuevo, que en la Legión siempre se les reconocería su valor y su honor.

Los acontecimientos se fueron sucediendo con gran rapidez.

Sus uniformes, serían, en principio, restos sobrantes de otros cuerpos  y llevaban como distintivo, en el cuello de sus guerreras, unas cintas con los colores nacionales. 

Tras un corto y muy duro periodo de instrucción, se constituyeron, octubre de 1920, las tres primeras banderas, reuniéndose en el campo de Tarajal, que será testigo de la jura de la Bandera Nacional ante el Regimiento de Ceuta N.º 60.

En Dar Riffien se les entregaría los nuevos uniformes que prometía el cartel de captación: Guerrera de cuello; pantalon breeche ceñido con vendas verdes, en color caqui verdoso; gorro isabelino; borceguies de cuero; macuto, bolsa de costado, correaje y sandalias.

Poco después la sexta compañía de Ametralladoras de la Segunda Bandera, que ya representaba para Baltasar su emblema y su orgullo, abandonaba el Tarajal con todos sus efectivos para dirigirse al Zoco de Arbaa (Tetuán) y Xeruta, muy próximo a Beni Hassan, dispuestos a entrar en combate si así fuera necesario. Una vez en su nuevo destino, efectuarán salidas, para dar protección a los convoyes de la zona, bien efectuando reconocimientos, bien vigilando las vías de comunicación.

Al amanecer, en una jornada muy habitual, rutinaria, nuestro protagonista, junto con otros compañeros, partieron del destacamento en busca de agua en algún acuífero cercano.

Ya de retirada, cuando el día se había rendido a la noche, que lentamente, como una sombra, había desplegado sus redes. Cuando el cansancio se reflejaba en sus rostros después de una larga jornada, cuando nada hacía presagiar novedad alguna, de repente, en una emboscada, fueron atacados por un grupo de rifeños, cuyo objetivo, parece ser, era el de apropiarse de sus armas.

Por fin, su deseo se iba a cumplir, entraría en combate. Lucharon con valentía y efectividad. Eran las 23,30 del día 7 de enero de 1921. Sonaron siete disparos, siete. Las heridas del cabo Baltasar fueron de muerte.

Refieren sus compañeros, que Baltasar les había comunicado la triste noticia de la muerte de su novia, que estaba desconsolado y abatido, que esperaba con ansiedad entrar en combate y que la primera bala fuera para él y así partir junto a su amada.

             ¿Premonición?,¿Destino?…

                Poco después encontraron en uno de los bolsillos de su camisa unos versos “LOS VERSOS DEL MISTERIO”, “LOS VERSOS DE LA DUDA”. El poema decía:

Somos los extranjeros legionarios.

el tercio de hombres voluntarios

que por España vienen a luchar.

Nuestro lema es morir o vencer,

con la fría convicción del deber

y la firme virtud militar.

El legionario trovador, el legionario poeta, el primero de una larga y extensa lista de compañeros caídos, se había ido a la morada de los muertos a vivir junto a su amada.

La vida, su corta vida se portó muy mal con Baltasar, fue cruel e ingrata, era un niño, nos dejó cuando aún conservaba la mirada limpia, cuando las puertas de la vida comenzaban a abrirse a la esperanza, a la ilusión. Su muerte, en cambio le otorgará mas reconocimiento.

Fue enterrado con la mayor solemnidad. Pronto, pronto, regresará para quedarse con nosotros.

Estos hechos son conocidos por Fidel prado, prestigioso autor de letras de “Cuplés” que, inspirándose en los versos de Baltasar, creó una composición poética, muy emotiva, e ilusionado, se la envió a su amigo y compositor de “Varietés”, Juan Costa Casals, para que pusiera música a su querido poema.

Y una vez más el destino de Baltasar toma nuevos rumbos, nuevos caminos, nuevos escenarios.

Julio de 1921, Mercedes Fernández González, de nombre artístico “Lola Montes” y que recientemente, se había pasado al espectáculo de “Cuplés”, abandonado su carrera como Tiple cómica de la zarzuela, se encontró por casualidad con Fidel Prado en la calle Montera de Madrid.

Este invita a Lola para que le acompañe y juntos se van a los estudios de maestro Modesto Romero, en la Calle Luchana N.º 10, para escuchar el resultado de la tan esperada composición.

Esta primera audición fue de auténtico júbilo, alegría y fiesta. Tanto fue así que Lola se comprometió ya a incluirlo en su próxima actuación.

Había “NACIDO” el cuplé del “NOVIO DE LA MUERTE”.  Sus primeras estrofas relatan:

Nadie en el tercio sabía

quien era aquel legionario,

tan audaz y temerario

que en la legión se alisto.

Nadie sabía su historia

 más la legión suponía,

que un gran dolor le mordía

como un lobo el corazón… 20 de Julio de 1921

El tic-tac de las manecillas del tiempo, se paró. El telón del teatro Vital de Málaga se levantaba para recibir a la gran tonadillera del barrio madrileño de Lavapiés, Lola Montes. Todo transcurrió como un sueño. Los aplausos y vítores no cesaron durante toda su actuación. Su elegancia, simpatía, su voz y una cautivadora música fascinaron a un público entregado.

Era el “BAUTISMO” del Novio de la muerte, un charlestón para ser cantado en cabarets, cafés con pequeñas orquestas…

Entre las muchas autoridades, civiles, militares, se encontraba la duquesa de la Victoria, Dña. María Eladia Fernández Espartero y Blanco, sobrina del general Espartero, que dirigía los hospitales de la Cruz Roja en Marruecos, y emocionada, se acercó a la artista, pidiéndole que actuara los días 30 y 31 de Julio en el Teatro Kursaal de Melilla, para elevar el ánimo, el espíritu militar de las tropas españolas y que la población melillense recobrara la alegría y la esperanza.

Días atrás el Protectorado Español con su general Silvestre al mando, había sufrido la mayor humillación, la mayor derrota, El desastre de Annual, más de diez mil combatientes muertos, soldados perdidos, sin rumbo… por las tribus rifeñas dirigidas por Abd – El Kriam, antiguo funcionario de la administración central  de asuntos indígenas en Melilla. 

La tonadillera se presentó en el Teatro Kursaal de Melilla vestida de enfermera. Los aplausos fueron unánimes, constantes. Los vítores de agradecimiento y reconocimiento a la Legión no cesaron.Una, y hasta tres veces fue cantado el emotivo cuplé.

El novio de la muerte había recibido con gran audiencia su “CONFIRMACIÓN”.

Millan-Astray, presente en dicha actuación, quedó sorprendido por la sugerente música y letra del recién estrenado cuplé y supo que su mensaje estaba en sintonía con lo que él quería que fuese La legión y pidió que su ritmo fuese adaptado para marcha militar (162 pasos por minuto) y ser entonada en actos solemnes.

La música, único idioma universal, aligera el camino, fortalece el alma y da valor para entrar en combate

En julio de 1952 el director de Música de la banda del Tercio, Emilio Ángel García Ruiz, adapta la música del Novio de la Muerte a ritmo procesional para los desfiles de Semana Santa, primero en Ceuta y posteriormente en Málaga  Considera que un ritmo más lento, fúnebre, solemne, es más apropiado para honrar y venerar a los caídos en batalla.

Dos himnos, se complementan, viven juntos, se quieren, el Oficial (La canción del Legionario) creado en 1920 por el maestro Modesto Romero, letrista y el del comandante Emilio Guillen Podemonti, músico, compuesto para la lucha, para el combate, para la guerra, para morir con honor, el Oficioso (El novio de la muerte) es el himno para recordar, para honrar a los muertos, a los muertos en batalla.

Compañeros, estamos en la última estación. Nuestro viaje ha finalizado. Espero y deseo que no haya resultado muy cansado.  

«Es Jueves Santo. Tarde triste, de oración.

La Legión en procesión 

lleva en andas a su Cristo

“Cristo de la Buena Muerte”,

su patrono y protector.

Desfila lentamente,

marcando el ritmo con señorío emocionado.

Sus voces desgarradas, van cantando: Por ir a tu lado a verte,

mi más leal compañera,

me hice novio de la muerte.

La estreché con lazo fuerte

Y su amor, fue mi bandera.»  

MIGUEL MAROTO

(Orfeonista)  

Bibliografía:

Ballemida y García de Zamarra, Miguel – La Legión 1920-1927

Casoña, Francisco – El Cancionera

Costa Casals, Juan – Compositor de Varietés

De Arce, Juan Carlos – Historia de la Legión Española

Espina, Concha – El Metal de los Muertos

La Legión, Cancionero ABC publicado el 19 de Marzo de 2014

Mecía Serrano. Antonio – Del cuplé al himno pasando por la legión

Millan-Astray, Francisco – La Legión Española

Millan-Astray, Francisco – La Legión… Al Tercio

Pedro Luque, Fidel – Letrista de cuplés

Ruiz Vidondo, Jose María – El desastre de Annual

Togores, Luis Eugenio – Historia de la Legión Española