Este disco tiene canciones que significan mucho para mí emocionalmente. Es un disco que me traslada a mi niñez, que me recuerda a mi madre. Boleros de toda la vida grabados con un sonido más ecléctico.
La canción ¨Frenesí” incluida dentro del último disco de Ainhoa Arteta titulado LA OTRA ORILLA.
Este disco tiene canciones que significan mucho para mí emocionalmente. Es un disco que me traslada a mi niñez, que me recuerda a mi madre. Boleros de toda la vida grabados con un sonido más ecléctico.
El término frenesí proviene del latín phrenēsis (“delirio”), cuyo origen se remonta a un vocablo del griego tardío. El concepto permite hacer referencia a la agitación o conmoción del ánimo, a un estado de excitación o exacerbación, o a un cierto tipo de delirio.
El frenesí está asociado a un impulso que no puede contenerse o interrumpirse. Su significado, de todas formas, varía de acuerdo al contexto. Para la psiquiatría, el frenesí está vinculado a un estado mental de confusión generado por una agitación. Por ejemplo: “Al ver el cadáver de su madre y preso del frenesí, comenzó a golpear al intruso hasta causarle la muerte”, “Hizo lo posible para resistirse pero finalmente no lo consiguió: el hombre sucumbió ante los estímulos y se entregó al frenesí”.
El frenesí también está relacionado con el entusiasmo: “Gabriel bailó con frenesí durante toda la noche y amaneció con un gran dolor de cabeza”, “Andrea se movía con frenesí, como tratando de despojarse de algo que la perturbaba”.
No podemos obviar que en el ámbito musical existe una canción titulada “Frenesí” que ha conseguido convertirse en una de las piezas más oídas de la historia. El compositor mexicano Alberto Domínguez Borrás fue quien realizó este chachachá que ha contado con multitud de versiones en todo el mundo.
Cliff Richard, Frank Sinatra, Ray Charles, Plácido Domingo o Los Panchos y ahora Ainhoa Arteta, son algunos de los intérpretes que han incluido dentro de sus trabajos discográficos versiones diferentes pero igualmente emotivas de esta canción.
Gracias a una investigación llevada a cabo por el neurocientífico, Daniel Levitin junto con el cantante y compositor Sting, estamos más cerca de entender cómo trabaja el cerebro de un músico. Cómo se generan hormonas y conexiones neuronales que dan pie a la composición y la ejecución musical. Un
Cuando escuché por vez primera el Himno Legionario del Novio de la muerte, tan solemne, tan emotivo, me comprometí conocer su historia, más la memoria tantas veces olvidadiza, hizo que el tiempo pasara sin más. Ahora me dispongo a emprender este viaje, viaje al que estáis invitados todos vosotros, compañeros del Orfeón, amantes de la música.
Caminaremos libres de equipaje, sólo la voz de los acontecimientos serán nuestro único guía en este relato, para unos, vestido de cierta leyenda, según otros una historia real.
Nuestro destino “El Novio de la Muerte”, Baltasar Queija de la Vega, uno de los ocho hijos de Baltasar y Teresa. Nació un 26 de marzo de 1900 en Minas de Riotinto (Huelva), cuando los gritos de dolor estaban vivos en el recuerdo y en el corazón, provocados por las medidas de prepotencia, opresión y persecución que la compañía minera Británica “Hugh Matheson” había impuesto contra el movimiento obrero de Minas de Riotinto.
Nada se sabe de su niñez, pero si conocemos que, con 20 años, la necesidad de labrarse un futuro más esperanzador para compartirlo con su novia, o tal vez, el deseo de poder contemplar las estrellas en las noches serenas de luna llena y admirar bellos amaneceres, lejos de tantas emanaciones sulfurosas, como así denunciara en el año 1920 Concha Espina en su libro “El metal de los muertos” impulsaron a que Baltasar, emulando a Tartesos, Fenicios, Romanos, sus antepasados, decidiera partir rumbo a lo desconocido y emprender una nueva vida en la ciudad de la eterna primavera, Santa Cruz de Tenerife como camarero.
La actitud hostil de la población rifeña ante la presencia española en Marruecos, fue siempre una constante, produciéndose violentos enfrentamientos. La sociedad española, conocedora de tal actitud, siempre censuró al gobierno, no sólo por su alto coste económico, sino también el embarque de tropas españolas a Marruecos.
Millán-Astray, comandante de infantería, curtido en antas batallas, a pesar de su juventud, venía observando con gran inquietud y preocupación el alto índice de bajas en los reclutas españoles destinados a Marruecos. Por tal motivo se dirigió a sus superiores, aconsejándoles de la necesidad e importancia de crear una unidad adiestrada, especial y sobre todo profesional, tomando como referencia, como modelo “La Legión Extranjera Francesa”.
Meses más tarde, mediante el Real Decreto de enero de 1920, se autorizó a Millán (con anterioridad, ya se habían tenido contactos con la Legión Francesa) la creación del “Tercio de Extranjeros”, que luego pasaría a llamarse “La Legión Española”. Siendo el primer alistado español, el ceutí de 30 años Marcelo Villeval Gaitán.
Los que sufren, los desgraciados, los perseguidos, todos, todos serán acogidos bajo el amparo de la bandera legionaria.
Baltasar, ya en Santa Cruz de Tenerife, paseaba acompañado con sus preocupaciones, sus sueños, sus añoranzas y quiso “¡la casualidad!”, o tal vez, las diosas “Moiras” Cloto, Láquesis, Átropos, que tejiendo los hilos del “destino”, hicieron que se topase con un pasquín de colores ocre, azul y negro, donde aparecía el perfil de un combatiente en cuyo rótulo se decía: “¡Alistaos en el tercio de extranjeros!. Comida sana y abundante, excelente vestuario”. Dos y más veces leyó el pasquín. Su imaginación voló lejos, muy lejos.
Pensativo, un tanto receloso, se preguntaba si esta llamada del cartel pudiera ser la
respuesta a sus necesidades, a sus aspiraciones, no deseaba que su vida llegara
a ser como una piedra en el camino, perdida, olvidada.
El 9 de octubre de 1920, firmó su compromiso con la legión por cinco años, siendo
las primas de enganche los dos primeros años 4,50 pesetas diarias,
tercero y cuarto año 5,25 pesetas y el quinto 5,85 pesetas,
más 700 pesetas que se abonarían a lo largo de los cinco años.
Un nuevo e incierto escenario se presentaba ante Baltasar.
Con su petate lleno de ilusiones, recibó el pasaporte y lista de embarque y como viático, previsión para comer 2,50 pts. diarias por plaza y día de viaje, hasta a Algeciras donde embarcaría rumbo hacia Ceuta, ingresando, junto con otros compañeros, en la Compañía de Deposito (provisional), que será su nueva casa. Fueron recibidos por el mismísimo Millán-Astray, recordándoles que tenían libertad para elegir quedarse o regresar de nuevo, que en la Legión siempre se les reconocería su valor y su honor.
Los acontecimientos se fueron sucediendo con gran rapidez.
Sus uniformes, serían, en principio, restos sobrantes de otros cuerpos y llevaban como distintivo, en el cuello de sus guerreras, unas cintas con los colores nacionales.
Tras un corto y muy duro periodo de instrucción, se constituyeron, octubre de 1920, las tres primeras banderas, reuniéndose en el campo de Tarajal, que será testigo de la jura de la Bandera Nacional ante el Regimiento de Ceuta N.º 60.
En Dar Riffien se les entregaría los nuevos uniformes que prometía el cartel de captación: Guerrera de cuello; pantalon breeche ceñido con vendas verdes, en color caqui verdoso; gorro isabelino; borceguies de cuero; macuto, bolsa de costado, correaje y sandalias.
Poco después la sexta compañía de Ametralladoras de la Segunda Bandera, que ya representaba para Baltasar su emblema y su orgullo, abandonaba el Tarajal con todos sus efectivos para dirigirse al Zoco de Arbaa (Tetuán) y Xeruta, muy próximo a Beni Hassan, dispuestos a entrar en combate si así fuera necesario. Una vez en su nuevo destino, efectuarán salidas, para dar protección a los convoyes de la zona, bien efectuando reconocimientos, bien vigilando las vías de comunicación.
Al amanecer, en una jornada muy habitual, rutinaria, nuestro protagonista, junto con otros compañeros, partieron del destacamento en busca de agua en algún acuífero cercano.
Ya de retirada, cuando el día se había rendido a la noche, que lentamente, como una sombra, había desplegado sus redes. Cuando el cansancio se reflejaba en sus rostros después de una larga jornada, cuando nada hacía presagiar novedad alguna, de repente, en una emboscada, fueron atacados por un grupo de rifeños, cuyo objetivo, parece ser, era el de apropiarse de sus armas.
Por fin, su deseo se iba a cumplir, entraría en combate. Lucharon con valentía y efectividad. Eran las 23,30 del día 7 de enero de 1921. Sonaron siete disparos, siete. Las heridas del cabo Baltasar fueron de muerte.
Refieren sus compañeros, que Baltasar les había comunicado la triste noticia de la muerte de su novia, que estaba desconsolado y abatido, que esperaba con ansiedad entrar en combate y que la primera bala fuera para él y así partir junto a su amada.
¿Premonición?,¿Destino?…
Poco después encontraron en uno de los bolsillos de su camisa unos versos “LOS VERSOS DEL MISTERIO”, “LOS VERSOS DE
LA DUDA”. El poema decía:
Somos los extranjeros legionarios.
el tercio de hombres voluntarios
que por España vienen a luchar.
Nuestro lema es morir o vencer,
con la fría convicción del deber
y la firme virtud militar.
El legionario trovador, el legionario poeta, el primero de una larga y extensa
lista de compañeros caídos, se había ido a la morada de los muertos a vivir
junto a su amada.
La vida, su corta vida se portó muy mal con Baltasar, fue cruel e ingrata, era un niño, nos dejó cuando aún conservaba la mirada limpia, cuando las puertas de la vida comenzaban a abrirse a la esperanza, a la ilusión. Su muerte, en cambio le otorgará mas reconocimiento.
Fue enterrado con la mayor solemnidad. Pronto, pronto, regresará para quedarse con nosotros.
Estos hechos son conocidos por Fidel prado, prestigioso autor de letras de “Cuplés” que, inspirándose en los versos de Baltasar, creó una composición poética, muy emotiva, e ilusionado, se la envió a su amigo y compositor de “Varietés”, Juan Costa Casals, para que pusiera música a su querido poema.
Y una vez más el destino de Baltasar toma nuevos rumbos, nuevos caminos, nuevos escenarios.
Julio de 1921, Mercedes Fernández González, de nombre artístico “Lola Montes” y que recientemente, se había pasado al espectáculo de “Cuplés”, abandonado su carrera como Tiple cómica de la zarzuela, se encontró por casualidad con Fidel Prado en la calle Montera de Madrid.
Este invita a Lola para que le acompañe y juntos se van a los estudios de maestro Modesto Romero, en la Calle Luchana N.º 10, para escuchar el resultado de la tan esperada composición.
Esta primera audición fue de auténtico júbilo, alegría y fiesta. Tanto fue así que Lola se comprometió ya a incluirlo en su próxima actuación.
Había “NACIDO” el cuplé del “NOVIO DE LA MUERTE”. Sus primeras estrofas relatan:
Nadie en el tercio sabía
quien era aquel legionario,
tan audaz y temerario
que en la legión se alisto.
Nadie sabía su historia
más la legión suponía,
que un gran dolor le mordía
como un lobo el corazón…
20 de Julio de 1921
El tic-tac de las manecillas del tiempo, se paró. El telón del teatro Vital de Málaga se levantaba para recibir a la gran tonadillera del barrio madrileño de Lavapiés, Lola Montes. Todo transcurrió como un sueño. Los aplausos y vítores no cesaron durante toda su actuación. Su elegancia, simpatía, su voz y una cautivadora música fascinaron a un público entregado.
Era el “BAUTISMO” del Novio de la muerte, un charlestón para ser cantado en cabarets, cafés con pequeñas orquestas…
Entre las muchas autoridades, civiles, militares, se encontraba la duquesa de la Victoria, Dña. María Eladia Fernández Espartero y Blanco, sobrina del general Espartero, que dirigía los hospitales de la Cruz Roja en Marruecos, y emocionada, se acercó a la artista, pidiéndole que actuara los días 30 y 31 de Julio en el Teatro Kursaal de Melilla, para elevar el ánimo, el espíritu militar de las tropas españolas y que la población melillense recobrara la alegría y la esperanza.
Días atrás el Protectorado Español con su general Silvestre al mando, había sufrido la mayor humillación, la mayor derrota, El desastre de Annual, más de diez mil combatientes muertos, soldados perdidos, sin rumbo… por las tribus rifeñas dirigidas por Abd – El Kriam, antiguo funcionario de la administración central de asuntos indígenas en Melilla.
La tonadillera se presentó en el Teatro Kursaal de Melilla vestida de enfermera. Los aplausos fueron unánimes, constantes. Los vítores de agradecimiento y reconocimiento a la Legión no cesaron.Una, y hasta tres veces fue cantado el emotivo cuplé.
El novio de la muerte había recibido con gran audiencia su “CONFIRMACIÓN”.
Millan-Astray, presente en dicha actuación, quedó sorprendido por la sugerente música y letra del recién estrenado cuplé y supo que su mensaje estaba en sintonía con lo que él quería que fuese La legión y pidió que su ritmo fuese adaptado para marcha militar (162 pasos por minuto) y ser entonada en actos solemnes.
La música, único idioma universal, aligera el camino, fortalece el alma y da valor para entrar en combate
En julio de 1952 el director de Música de la banda del Tercio, Emilio Ángel García Ruiz, adapta la música del Novio de la Muerte a ritmo procesional para los desfiles de Semana Santa, primero en Ceuta y posteriormente en Málaga Considera que un ritmo más lento, fúnebre, solemne, es más apropiado para honrar y venerar a los caídos en batalla.
Dos himnos, se complementan, viven juntos, se quieren, el Oficial (La canción del Legionario) creado en 1920 por el maestro Modesto Romero, letrista y el del comandante Emilio Guillen Podemonti, músico, compuesto para la lucha, para el combate, para la guerra, para morir con honor, el Oficioso (El novio de la muerte) es el himno para recordar, para honrar a los muertos, a los muertos en batalla.
Compañeros, estamos en la última estación. Nuestro viaje ha finalizado. Espero y deseo que no haya resultado muy cansado.
“Es Jueves Santo. Tarde triste, de oración.
La Legión en procesión
lleva en andas a su Cristo
“Cristo de la Buena Muerte”,
su patrono y protector.
Desfila lentamente,
marcando el ritmo con señorío emocionado.
Sus voces desgarradas, van cantando:Por ir a tu lado a verte,
mi más leal compañera,
me hice novio de la muerte.
La estreché con lazo fuerte
Y su amor, fue mi bandera.”
MIGUEL MAROTO
(Orfeonista)
Bibliografía:
Ballemida y García de Zamarra, Miguel – La Legión 1920-1927
Casoña, Francisco – El Cancionera
Costa Casals, Juan – Compositor de Varietés
De Arce, Juan Carlos – Historia de la Legión Española
Espina, Concha – El Metal de los Muertos
La Legión, Cancionero ABC publicado el 19 de Marzo de 2014
Mecía Serrano. Antonio – Del cuplé al himno pasando por la legión
Millan-Astray, Francisco – La Legión Española
Millan-Astray, Francisco – La Legión… Al Tercio
Pedro Luque, Fidel – Letrista de cuplés
Ruiz Vidondo, Jose María – El desastre de Annual
Togores, Luis Eugenio – Historia de la Legión Española
Con la intención de hacer un homenaje al maestro Odón Alonso, y puestos en contacto con el Museo de León, se ha procedido a efectuar una exposición sobre su vida y lógicamente sobre la vida del propio Orfeón Leonés.
Orfeón que fue dirigido por él durante muchos años, conociendo bajo su batuta logros importantes y de renombre.
Creemos que un personaje como este no puede caer en el olvido ni en el ostracismo. Un gran músico el padre, y también otro gran músico, el hijo. Odón Alonso destacó por su buen hacer con la música en León.
Nació Odón Alonso González el 7 de enero de 1900, en La Bañeza, en el seno de una familia de confiteros, grandes amantes de la música que desde la niñez inculcaron esta afición a sus hijos.
Su primer profesor musical fue D. Potenciado Pardo, a la sazón director de la banda de La Bañeza. Este profesor le enseñó el primer año de solfeo y los principios de flauta, siendo este el primer instrumento que tocó en la banda, con siete años de edad. Posteriormente por su cuenta, como autodidacta, aprendió a tocar el violín, violonchelo, piano y saxofón. Como alumno aventajado que era, a los doce años ya dirigió su primera rondalla, al tiempo que componía para otras.
En 1923 organiza y dirige la Masa Coral Bañezana y una pequeña orquesta compuesta por alumnos suyos. Esta conjunción de Masa Coral y Orquesta, constituiría mas adelante la llamada Masa Coral Instrumental Bañezana.
En el año 1933, llegó a León, ya casado con Doña Iluminada Hordas, en compañía de sus hijos Odón y Emilio. Una vez en León, con las presiones de Pinto Maestro, director de “La Mañana” y presidente del Orfeón Leones se hizo cargo de este para el resto de sus días, sustituyendo a D. Rafael Chico Bartolomé, Director de la Banda del Regimiento Infantería de Burgos 36.
Fue por aquel entonces cuando puso música al Himno a León. Otra de sus obras mas queridas, la Plegaria a la Soledad, “Sola quedas Madre mía”, fue estrenada con el Orfeón Leones en 1935.
Por aquellos años dedicó gran parte de su actividad a la zarzuela, montando Los Gavilanes y otras obras de Guerrero, Sorozabal, etc., con el Orfeón, al tiempo que escribía sus zarzuelas Rosina o Así se quiere en mi tierra y La mujer que anda de noche.
A petición del Ayuntamiento de León de la época formó, lo que a partir de 1941, sería la Banda Municipal de León, que tras un breve paréntesis en 1963, fue base de la actual.
En 1940 fundó la Escuela de Música del Orfeón Leonés y en la que impartió enseñanzas de solfeo y diversos instrumentos hasta el final de sus días. Todos estos trabajos no le impidieron recorrer la provincia para recopilar canciones por los pueblos y posteriormente darles vida en una partitura; gran parte de estas canciones no vieron cumplido este objetivo final. Fruto de este trabajo fueron gran cantidad de obras como Levantaribus, Ojos Azules, La Palomita, La Molinera, etc. al tiempo que propició el renacimiento del rito de Las Cantaderas, tal como actualmente se conserva.
En 1963 creó la Orquesta de Cámara de León, hoy conocida como Orquesta Ciudad de León “Odón Alonso”.
A lo largo de su vida recibió diversos reconocimientos, entre los que cabe destacar: El título de Caballero de la Orden de Alfonso X El Sabio, con encomienda de Plata, La Cruz de
Caballero de la Orden de Cisneros, la Medalla de Oro al Trabajo, Medalla de Plata al Mérito Sindical y el titulo de Hijo Adoptivo de León.
A lo largo de su vida recibió diversos reconocimientos, entre los que cabe destacar: El título de Caballero de la Orden de Alfonso X El Sabio, con encomienda de Plata, La Cruz de Caballero de la Orden de Cisneros, la Medalla de Oro al Trabajo, Medalla de Plata al Mérito Sindical y el titulo de Hijo Adoptivo de León.
Finalmente, el Maestro nos dejó el 3 de marzo de 1977, con la humildad y el silencio que siempre le caracterizaron.
TÍTULO ORIGINAL The Godfather AÑO 1972 DURACIÓN 175 min. PAÍS Estados Unidos DIRECTOR Francis Ford Coppola GUIÓN Francis Ford Coppola y Mario Puzo (Novela: Mario Puzo) MÚSICA Nino Rota REPARTO Marlon Brando, Al Pacino, James Caan, Robert Duvall, Diane Keaton, John Cazale, Talia Shire, Richard Castellano, Sterling Hayden, Gianni Russo, Rudy Bond,
John Marley, Richard Conte, Al Lettieri, Abe Vigoda, Franco Citti PREMIOS 1972: 3 Óscars (Mejor película, actor -Marlon Brando)- y guión adaptado). 11
nominaciones
1972: Globo de Oro: Mejor película: Drama GÉNERO Drama | Mafia. Crimen. Años 40. Años 50. Película de culto
La canción de Nino Rota, es, sin lugar a dudas, una de sus composiciones más (merecidamente) celebradas: su aportación a la magistral cinta de Coppola, El Padrino, constituye un elemento fundamental en lo que se refiere a la propia idiosincrasia de una trilogía de factura única. Intentaré desgranar estrictamente aquellos aspectos más significativos que, a mi entender, Coppola apunta en la primera entrega de la tríada que inició en 1972 junto a Mario Puzo, sin olvidar referencias a las partes II y III de este corpus indisoluble.
El mismo Rota apuntó en una entrevista que el encargo de Coppola fue muy claro: nada de música ‘de gángsters’, policiaca o similares. La petición que le fue hecha contenía una palabra clave que Rota no solamente interiorizó sino que defendió magistralmente: meridional. Coppola quería una banda sonora que imprimiera carácter a su largometraje y subrayara los rasgos ancestrales de la saga Corleone. En un encuentro entre Coppola y Rota, en Roma, en enero de 1972, con la película prácticamente terminada, director y compositor pulieron diversos aspectos vinculados a la banda sonora del film. Gracias al acceso al material extra que las ediciones actuales de la trilogía ofrecen, podemos seguir la narración del propio Rota acerca de los principales temas musicales de la película. Ante todo, la composición del vals central, que empieza como apunta Rota ‘lentamente’. Según Coppola el tema resulta lo suficientemente ‘abstracto’ como para funcionar, a lo que Rota asiente, partiendo de la estructura y armonía típicas del género pero ‘extendidas’. A Coppola le pareció tan bonita esta melodía, la del vals, que optó por sumarla a nuevas escenas (en la primera entrega, por ejemplo, esta melodía subyace en la inquietante escena del hospital). La construcción del Mike’s Theme también resulta memorable. Rota otorga a esta melodía todo el dramatismo de lo que acontecerá al joven Michael (ver en este sentido cómo este tema aparece de manera reiterada, en solitario o combinándose con otros, como es el caso de No tears for Tessio, tema al cual Rota suma el Michael’s Theme).
Más allá de recomendar encarecidamente la audición del nostálgico y efectista, brillante y, ante todo, inspirado Godfather Waltz (Corleone’s Waltz, en la partitura de Rota) quisiera destacar cómo Rota, en su banda sonora, matiza esta primera composición con un segundo tema que adquirirá a lo largo de las tres entregas un creciente protagonismo hasta centrar, en la tercera parte, un momento álgido en lo que a emotividad se refiere: el Godfather’s Theme, interpretado a solo por el joven tenor Anthony Vito Corleone, con el único acompañamiento de la guitarra.
Una de las claves del éxito de la credibilidad de la trilogía que nos ocupa es el económico e inteligente uso de la música en cada una de las entregas. En este sentido, la ausencia de ‘hilo musical’ en los tramos de mayor violencia y dramatismo enfatiza dichas escenas. ¿Hiperrealismo? En ningún caso. Simplicidad y destreza, únicamente. Coppola aparece cometido en todo momento, ‘orquestando’ esta gran construcción catedralicia que es su trilogía. Ni tan solo en momentos de sumo riesgo, resbala. Me refiero, sin ir más lejos, a la trágica y electrizante muerte de la joven Mary Corleone. El no-grito de Pacino resulta absolutamente desgarrador. Únicamente el intermezzo de la Cavalleria Rusticana de Mascagni puede rubricar tan cruel final, tamizado por las nostálgicas imágenes del vals danzado por la dulce Apollonia (inmortalizada en el film por la bella Simonetta Stefanelli), a las cuales Coppola enlaza fragmentos del baile entre Michael y Kay y, para finalizar, de Michael y Mary.
Esta historia musical tiene guión de Arthur Laurents y música de Leonard Bernstein, letras de Stephen Sondheim y coreografía de Jerome Robbins, y se estrenó por primera vez en Broadway en 1957. El musical es una adaptación de la obra de William Shakespeare Romeo y Julieta, pero adaptándola a la rivalidad de las bandas juveniles de irlandeses y puertorriqueños en Nueva York.
Para que vayas desempolvando los recuerdos de este musical, rescatamos para ti una de las mejores canciones de West Side Story, ¿preparado?
Tonight
Esta canción prepara al espectador para la gran noche, para el momento cumbre de la historia. María y Tony en su parte cantan sobre las ganas que tiene de que todo acabe, que desaparezcan las rivalidades y puedan vivir su relación en paz. Pero no podrá ser… Los expertos coinciden en decir que Los elementos dramáticamente contrastantes en esta escena y su correspondiente presentación en música se han comparado con el trío Cosa sento! de Las bodas de Fígaro de Mozart.
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